Ecuador

Etapas:

11/01/2015 Ipiales – Ambuqui (Entrada en Ecuador) (94 Km).

12/01/2015 Ambuqui – Otovalo (70 Km).

13/01/2015 Otovalo – Quito (85 Km).

14/01/2015 Quito – Tumbaco (58 Km).

15/01/2015 Descanso en Tumbaco.

16/01/2015 Descanso en Tumbaco.

17/01/2015 Descanso en Tumbaco.

18/01/2015 Descanso en Tumbaco.

19/01/2015 Descanso en Tumbaco.

20/01/2015 Descanso en Tumbaco.

21/01/2015 Tumbaco – Alluriquín (134 Km).

22/01/2015 Alluriquín – La Crespa (92 Km).

23/01/2015 La Crespa – Tosagua (95 Km).

24/01/2015 Tosagua – San Lorenzo (104 Km).

25/01/2015 San Lorenzo – Ayampe (89 Km).

26/01/2015 Descanso en Ayampe.

27/01/2015 Descanso en Ayampe.

28/01/2015 Descanso en Ayampe (38 Km).

29/01/2015 Ayampe – Vía a la Costa (86 Km).

30/01/2015 Vía a la Costa – Troncal a la Costa (162 Km).

31/01/2015 Troncal a la Costa – Hierba Buena (59 Km).

01/02/2015 Hierba Buena – Cuenca (84 Km).

02/02/2015 Descanso en Cuenca.

03/02/2015 Descanso en Cuenca.

04/02/2015 Cuenca – Pasaje (142 Km).

05/02/2015 Pasaje – Tumbes (Entrada en Perú) (104 Km).

Ecuador

Por primera vez crucé una frontera acompañado. Luis Chamorro quien me estuvo hospedando mis últimos días en Colombia, pedalearía a mi lado hasta llegar al pueblo ecuatoriano de Ambuqui, donde dormiríamos en su casa de vacaciones.

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(Entrada en Ecuador)

A medida que avanzábamos por mi país numero 28 desde que inicié esta gran aventura, las montañas y las eternas pendientes me hacían pensar que no había cruzado esa línea imaginaria, pero no tardó mucho tiempo en cambiar el paisaje, dejar atrás las frondosas colinas sustituidas por un terreno mas árido y sin casi vegetación.

Constantemente Luis me deja atrás, mi marcha no era tan rápida como la suya pero finalizamos la jornada con una tremenda bajada que nos llevaría a nuestro destino.

En mi primera impresión de Ecuador, el descenso de seguridad en las carreteras hizo que me relajara pedaleando en un país mas tranquilo, sin constantes controles policiales ni retenes militares.

Al amanecer llegó la mujer de Luis con su hijo y un amigo. Mientras ellos disfrutaban de la piscina nosotros pedaleamos hasta Ibarra donde quedamos para almorzar en la Laguna de Yahuarcocha, y me dieron a probar los famosos helados caseros de Paila. La despedida no fue cómoda, siempre estrecho lazos muy rápido con las personas que me reciben en su hogar, y sin duda alguna echaré de menos a Luis y su familia. Pedaleando con la luz del atardecer llegué hasta Otovalo para hacer noche y prepararme para mi llegada a Quito.

Las carreteras ecuatorianas están en constante expansión, creando unas autopistas que sin duda alguna fortalecerán la economía del país. El presidente de la republica incita a todos los ciudadanos con carteles publicitarios para ayudar a Ecuador a convertirse en una potencia turística, y la respuesta de sus ciudadanos acompaña la iniciativa recibiendo a los extranjeros con los brazos abiertos.

Pedalear hasta la capital fue una tortura por las eternas pendientes, especialmente la última antes de llegar a la ciudad. Pero he ahí donde esta la belleza de la bicicleta, aguantar el duro camino en una simbiosis entre el musculo y el metal, para finalmente alcanzar la meta.

Con el objetivo de visitar el Monumento a la Mitad del Mundo situado al norte de Quito, pasé la noche en un hostal de Carcelén. No me quedaba lejos así que llegué a muy buena hora, pero lo primero con lo que me tope fueron unos tornos. Debía pagar 3 dólares y no podía acceder con mi bicicleta. Bucéfalo y yo somos uno, así que la idea de separarme de él no me agrado ni un solo segundo. Intente hablar con algún encargado a ver si podría entrar aunque fueran solo 5 minutos para sacarme la fotografía con mi potro, pero no hubo manera. Desde los tornos realice varias fotografías y saque mi cámara de video para grabarme y presentar un articulo que estaba preparando para los lectores de una revista de ciclismo española. Mis primeras palabras fueron: “Estoy en la Mitad del Mundo, en Ecuador, me gustaría mostrároslo mas de cerca pero lamentablemente no me dejan entrar con la bicicleta y mi potro y yo somos uno…”. En cuanto fui a grabar la segunda toma se acerco a mi una encargada de la seguridad del Monumento, me abrió los tornos y me dijo “ Ven, te dejo grabar mas de cerca”. Al parecer la solución me la dio mi cámara de video y además no pague ni un céntimo. Hecho el trabajo pedalee hasta Tumbaco, situado al Este de la ciudad para llegar a la Casa Ciclista de Santiago, una de las mas visitadas en todo Latinoamérica.

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(Colorado On The Road en el Monumento de la Mitad del Mundo)

Santiago lleva mas de 20 años recibiendo a cicloviajeros en su casa, y firme en su cuarto libro de visitas siendo yo el numero 463, y el tercer viajero que llegaba en 2015. Santiago ofrece un lugar tranquilo y seguro para dormir con la tienda de campaña, la oportunidad de aprender mecánica en su taller de bicicletas y de compartir experiencias con otros viajeros. Durante varios días compartí momentos con un Colombiano, un Francés y un Argentino. Fueron unos días muy tranquilos en los que el deber me llamaba. Tenia mucho que trabajar con el ordenador para actualizar todo el material documental del viaje y preparar el articulo para la revista española.

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(Colorado On The Road junto a Santiago)

Demasiadas horas enganchado al portátil me dejaban la cara cuadriculada, pero pasaba buenos ratos con mis compañeros que me daban ánimos y me arrancaban siempre una sonrisa. La mala noticia fue que tanto el video que grabe en el Monumento de la Mitad del Mundo, como el articulo y las fotografía que envié junto a varios de mis documentales, no interesó a la revista por lo que decidieron al final no comprarme todas esas horas de trabajo, una puerta mas cerrada en las narices.

A pesar de estar junto a gran compañía, el clima de montaña no es lo mío. Reanudé la marcha directo a la costa pedaleando montaña abajo a través de la niebla, la lluvia y el frio junto al bosque húmedo siguiendo el cauce del rio. La primera noche acampé sobre el barro y bajo la lluvia al lado de un reten de la policía, cocinando la cena de una forma que nunca antes había usado. Ante la dificultad de encontrar bombonas para mi camping gas, seguí el manual de una página de internet para fabricar un hornillo con una lata de Coca-Cola utilizando alcohol como combustible. El invento dio resultado, el agua tarda bastante en hervir pero el resultado son unos espaguetis para cenar.

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(Bajando los Andes camino a la costa)

Durante las dos etapas siguientes me topé con muchas colinas de pequeña altura que no me dejaron margen para avanzar con velocidad. La lluvia cada día era menos abundante y el calor de la costa cada vez llegaba con mas fuerza.

El final de mi tercera etapa desde Quito instalé el campamento en el césped próximo a una gasolinera, cené lo poco que tenía y me fui pronto a dormir. A los 20 minutos de estar dentro del sobre alguien vino a mi “puerta”, abrí la cremallera y asome la cabeza, vi a un hombre parado frente a mi con un plato de comida y un vaso de zumo. Pensaba que me iba a dormir con el estomago casi vacío, pero en vez de eso descansaría con una cena completa. Por la mañana el generoso vecino llamado Javier, me invito a desayunar a su casa y a conocer a su familia.

Pasé un par de horas con su mujer, su suegra y sus tres hijas, disfrutando de un abundante desayuno, eran una familia humilde. Mientras me alimentaba me dijeron algo que he ido escuchando por medio mundo: “Hemos pasado momentos difíciles, y sabemos lo que es pasarlo mal. Ahora que nos van mejor las cosas siempre intentamos ayudar con lo que tenemos, aunque no sea mucho”.

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(Colorado On The Road con la familia de Javier)

Mi infancia fue muy buena, nunca me ha faltado de nada y cuando quise tener la oportunidad de trabajar y estudiar, la tuve. En este viaje estoy afrontando los momentos mas difíciles de mi vida y entiendo perfectamente la postura de esta familia, lo cual me hizo valorar muchísimo mas su gran gesto.

Deje atrás a la encantadora familia de Javier y pedalee los últimos kilómetros hasta Manta, alcanzando así la costa ecuatoriana, el calor, el buen tiempo y cumpliendo los 33.000 kilómetros. Apuré el día hasta San Lorenzo, donde acampé en la playa junto la brisa del mar y el sonido de las olas.

La etapa siguiente recorrí la costa dirección Sur hasta llegar al pueblo de Ayampe, donde había quedado con encontrarme con un amigo aventurero. Llegué a los hostales de la primera línea de playa antes de que el sol se pusiera. Sin teléfono al que llamar simplemente me quedé de pie rodeado de surferos esperando toparme con mi colega, y a los pocos minutos escuche mi nombre a lo lejos. Saliendo del mar, con una tabla de surf en una mano y levantando la otra saludándome, mientras caminaba hacia mi con una sonrisa en la cara, estaba Parker.

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(Colorado On The Road junto a Parker)

Mis amigos de Vanajeros habían tenido un problema con su furgoneta al entrar en Ecuador, el motor de su fiel vehículo había gripado. Joel ya estaba de vuelta en Estados Unidos, Aidan y Madison se habían quedado en Cuenca siguiendo sus planes iniciales de instalarse en la ciudad y trabajar durante unos meses, y Parker continuo de mochilero unas semanas mas recorriendo Ecuador antes de volver a casa. Coincidir con él en el camino fue la mejor noticia que tuve en semanas.

Durante varios días estuve disfrutando de la paz y calma de una costa dedicada al deporte. Cada día la puesta de sol era sencillamente perfecta y por las noches bebía cerveza a orillas del mar con otros viajeros. Una noche iluminado por la luz de la luna me di un baño en las agitadas aguas, y el mar guió mi camino envolviéndome con el plancton fluorescente. Fue un breve descanso que valió mil veces mas la pena que haber pedaleado 20 kilómetros mas hasta Montañita, la ciudad de la juerga absurda de la costa ecuatoriana.

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(Puesta de sol en Ayampe)

La ruta continua y cada vez es mas complicado no mirar atrás, pero justamente todo lo que voy dejando en el camino es lo que mas fuerzas me da para seguir adelante, cada vez son mas personas las que apoyan mi proyecto, y que quieren verme completándolo con éxito.

Con un fuerte abrazo me despedí de Parker y de todas las nuevas amistades que hice en mi estancia en Ayampe. Puse un punto y aparte con Vanajeros, ya que mi siguiente destino sería Cuenca. Aidan y Madison ya estaban pendientes de mi llegada, ahora solo me quedaba a mi cumplir y trepar la montaña para alcanzar una de las ciudades mas hermosas de Latinoamérica.

Con tan solo dos jornadas llegué a dormir en las faldas de la montaña, a escasos metros sobre el nivel del mar. Mi objetivo era escalar el Parque Nacional Cajas para coronar en dos días su cima pedaleando hasta los 4166 msnm.

A poco que te introduces en la montaña el clima cambia radicalmente, adiós al calor y adiós al sol. En pocas horas ya estaba envuelto por la niebla, pedaleando bajo la lluvia, y el frio poco a poco era cada vez mas intenso. La abundante vegetación no dejaba que se escapara ni un ápice de la humedad del ambiente y los ríos caían colina abajo.

Después de 60 kilómetros solo cuesta arriba conseguí llegar en medio de la oscuridad al pueblecito de Hierba Buena, donde un restaurante aun permanecía abierto. Converse con dos ecuatorianos de Cuenca, Patricio y Francisco, quienes me dieron su teléfono para cualquier necesidad que tuviera en su ciudad, y hablaron con la encargada del local para que me brindaran un lugar donde dormir esa noche protegido del frío y la lluvia. Agotado y casi sin fuerzas, metí todo mi material en una habitación que me cedieron para que descansara. Entré en el saco de dormir con ropa seca y algo caliente en el estomago, cerré los ojos y dormí profundamente hasta el amanecer.

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(Colorado On The Road subiendo el Parque Nacional Cajas)

Bien temprano continué con mi lucha por superar los Andes ecuatorianos. Nuevamente envuelto por la niebla seguí escalando lentamente. La jornada fue larga y dura, y a pesar de tener la belleza andina de escaparate, en mi mente estaba la preocupación de coronar la cima con la oscuridad de la noche, por lo que a medida que pasaban las horas aceleraba mi marcha.

Finalmente con los últimos 10 minutos de luz del día me hice con el paso de Cajas. Había escalado 4166 metros en tan solo dos días comenzando desde el nivel del mar, logrando mi objetivo en el aniversario de mi salida de Madrid. Estaba celebrando mis 16 meses de viaje superando mi récord de altura. A pesar de la euforia del momento no quedaba mucho tiempo para despistes. Me desnude bajo la atenta mirada de los conductores que transitaban la carretera, saque ropa seca de mis alforjas y me preparé para bajar la montaña. Me deslice a gran velocidad en silencio hasta que el ruido de la ciudad me envolvió de nuevo.

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(Colorado On The Road en la cima del Parque Nacional Cajas)

No hay dinero para pagar hostales, ya no. Intenté que me hospedaran en la estación de bomberos pero nadie respondió a la puerta. Pasada la media noche fui a la estación de autobuses, me senté en un banco ya que la seguridad de la estación no dejaba a nadie tumbarse, até el potro a mi pierna y me dormí durante unas horas.

Por la mañana llame a Francisco, el ecuatoriano que conocí en Hierba Buena y me invito a dormir en su casa, pero debía esperar hasta la tarde a que saliera de trabajar. Aidan y Madison comenzaron su estancia en Cuenca alquilando un departamento propio, pero las dificultades económicas que siempre atravesamos los viajeros les llevo a mudarse a la casa de unos señores Británicos, quienes les acogieron sin coste alguno, pero sin la posibilidad de recibir a ningún otro viajero.

La buena noticia es que en la estación no se estaba del todo mal, había buena temperatura, enchufes para conectar el ordenador y buena señal de wifi, así que me puse manos a la obra y aproveché el día actualizando mi web. Francisco me llamó cuando salió del trabajo y fui a su casa, cenamos como unos legionarios y hablamos un par de horas, hasta que llego el momento de dormir y me envolví en las sábanas sobre una mullida cama, agradecidísimo de no volver a pasar la noche en la estación de autobús.

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(Trabajando en la estación de autobús de Cuenca)

Al día siguiente Francisco volvió a trabajar y yo volví con mis quehaceres. Primero fui de nuevo a la estación para revisar mi correo electrónico, ahí conocí a un señor que llevaba un hostal y después de hablar un rato me ofreció ir a su casa para lavar la ropa e invitarme a comer. Por la tarde me acerque a la oficina de Francisco donde me ofrecieron poner unas pegatinas de su empresa en mi bicicleta, a cambio de darme una ayudita para la alimentación de unos días ¡¡Bienvenida sea!! Remate la jornada llendo a visitar a mi colegas de Vanajeros. Durante un par de horas fue como si no hubiera pasado el tiempo, siempre que ves una cara conocida en el viaje es un momento único, y me encanto comprobar como cada vez les van mejor las cosas.

Terminé el día subiendo con Francisco y Patricio a lo alto de un mirador para observar la ciudad iluminada, mientras bebíamos unos tragos de Canelazo, una cálida bebida con alcohol típica de Ecuador.

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(Colorado On The Road junto a Francisco)

 Había visitado una ciudad considerada uno de los mejores destinos para vivir del mundo, y prácticamente no hice turismo por no decir nada, lo cual no me hizo sentir mal, ya que es la vida del viajero. Cada parada es fundamental para realizar todos los recados necesarios y puestas a punto para continuar con el viaje. Mi turismo es el que la naturaleza me brinda y el que la carretera me otorga.

En Cuenca me despedí de nuevas y antiguas amistades, y para poner fin a mi travesía por Ecuador avance 142 kilómetros bajando la montaña, aunque los Andes nuevamente me quisieron regalar mis últimos tramos antes de llegar a Machala. Descendí por una carretera en la que bajaba 300 metros y acto seguido subía 150 mas. Pero al ocaso conseguí dormir cerca de la frontera con Perú.

Siempre acostumbro a hacer una valoración de mis experiencias al final de cada diario, pero ahora me pregunto que valoración harían de mi todas las personas que me van conociendo por el camino. Ecuador ha sido un país generosos, cordial y amable, y estoy casi seguro de que la huella que he dejado a mi paso es casi inapreciable, pero:

“Lo que siempre se recuerda mientras viajas, son las personas que conoces por el camino, y la huella que dejan en ti”

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 Documental desde Quito hasta la costa:

 

Documental del Parque Nacional Cajas:

México: De Mazatlán a Guatemala

Etapas:

01/09/2014 Llegada a Mazatlán (9 Km).

02/09/2014 Descanso en Mazatlán.

03/09/2014 Descanso en Mazatlán.

04/09/2014 Descanso en Mazatlán.

05/09/2014 Descanso en Mazatlán.

06/09/2014 Mazatlán – El Rosario (73 Km).

07/09/2014 El Rosario –Acaponeta (91 Km).

08/09/2014 Acaponeta – Tepic (95 Km).

09/09/2014 Descanso en Tepic.

10/09/2014 Tepic – Ixtlán del Río (80 Km).

11/09/2014 Ixtlán del Río – Guadalajara (125 Km).

12/09/2014 Descanso en Guadalajara.

13/09/2014 Descanso en Guadalajara.

14/09/2014 Descanso en Guadalajara.

15/09/2014 Descanso en Guadalajara.

16/09/2014 Descanso en Guadalajara.

17/09/2014 Descanso en Guadalajara.

18/09/2014 Guadalajara – La Barca (110 Km).

19/09/2014 La Barca – Penindicuaro (100 Km).

20/09/2014 Penindicuaro – Araró (104 Km).

21/09/2014 Araró – Vía de Servicio (70 Km).

22/09/2014 Vía de Servicio – Toluca (113 Km).

23/09/2014 Toluca – México DF (50 Km).

24/09/2014 Descanso México DF.

25/09/2014 México DF – Llano Grande (80 Km).

26/09/2014 Llano Grande – Puebla (78 Km).

27/09/2014 Descanso en Puebla.

28/09/2014 Puebla – Tehuacán (126 Km).

29/09/2014 Tehuacán – Tepelmené (83 Km).

30/09/2014 Tepelmené – Oaxaca (124 Km).

01/10/2014 Oaxaca – Vado (75 Km).

02/10/2014 Vado – San Pedro de Juchatengo (73 Km).

03/10/2014 San Pedro de Juchatengo – Puerto Escondido (110 Km).

04/10/2014 Descanso en Puerto Escondido.

05/10/2014 Descanso en Puerto Escondido.

06/10/2014 Descanso en Puerto Escondido.

07/10/2014 Descanso en Puerto Escondido.

08/10/2014 Puerto Escondido – Zipolite (79 Km).

09/10/2014 Zipolite – Morro Ayuntla (96 Km).

10/10/2014 Morro Ayuntla – Tehuantepec (114 Km).

11/10/2014 Tehuantepec – Zanatepec (106 Km).

12/10/2014 Zanatepec – Tonada (95 Km).

13/10/2014 Tonada – Mapastepec (134 Km).

14/10/2014 Mapastepec – Huixtla (63 Km).

15/10/2014 Huixtla – Ciudad Tecún Umán (81 Km) (Entrada en Guatemala).

México (De Mazatlán a Guatemala)

Estaba ya cansado del desierto y quería salir cuanto antes de Baja California para alejarme de la amenaza del Huracán Marie. Por fortuna la compañía Baja Ferries decidió apoyar mi proyecto patrocinándome el billete, el transporte de la bicicleta con el equipaje y concediéndome una cabina con una confortable cama y baño propio.

Durante el trayecto pude disfrutar de la terraza, cenar con calma, dormir tranquilo y desayunar como un campeón. Además me invitaron a subir al puente de mando para conocer al capitán, y sentir por unos instantes el poder que significa estar en lo mas alto de la nave. Durante el trayecto conocí a tres jóvenes franceses que viajaban desde Canadá hasta Brasil haciendo autostop, que se hacen llamar Thesharingbros.

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(Izquierda: Colorado On The Road en el puente de mando junto al capitán. Derecha: Colorado On The Road junto a Thesahingbros.com)

A medio día llegamos a Mazatlán donde me esperaba Marchi, la hija de un follower mexicano que me ofreció una pequeña casa que tenia en venta para que me hospedara allí el tiempo que quisiera. Marchi me guio hasta la casa, me dio las llaves y su teléfono por si necesitaba ayuda en algún momento, era el lugar ideal para abrir el ordenador y trabajar durante varios días. La primera noche me escribieron Vanajeros para que me pasara por su hostal a tomar unas cervezas. No lo dude y me subí a la bicicleta sin perder ni un instante. A pesar de mi primer gran día en Mazatlán, el segundo no me dejo muy buenos recuerdos, es mas, borro todos los que tenia del viaje hasta el momento.

Después de una jornada poniéndome al día tecleando sin parar, deje el ordenador en el suelo de la desamueblada habitación con la cámara de fotos, el móvil y mi segunda GoPro conectados para que se cargaran toda la noche. A las 23:00 pm empezó a llover mientras yo me regodeaba en la cama escuchando caer la lluvia, disfrutando de no estar en la tienda de campaña, sino bajo techo.

La lluvia fue constante toda la noche e hizo que creciera demasiado un arroyo cercano hasta que se desbordo, inundando las calles y la casa en la que me hospedaba. A las 05:00 am me desperté para ir al baño y no daba crédito, el agua me llegaba por encima de los tobillos y mi portátil flotaba por la habitación.

Tarde varias horas en digerir la gran perdida mientras achicaba el agua de toda la casa. El portátil en el que tenia toda la información del viaje hasta el momento, con imágenes y videos inéditos que no había publicado, junto mi móvil, cámara de fotos y de video, se habían perdido en el naufragio.

Conserve el portátil para intentar recuperar y salvar el disco duro, la GoPro porque dio algún parpadeo de luz, y mi querida cámara de fotos que sin mas rodeos digo claramente que era cojonuda, la conserve porque aun puede llevar a cabo la ultima gran misión. Siempre la llevare en las alforjas en un espacio de rápido acceso acompañándome en todo momento, para si llegado el caso de sufrir un violento asalto, entregarla para saciar al atracador y salvar la situación. Este inerte objeto que en su día hizo unas fotos cojonudas por medio mundo, a partir de hoy ha pasado a llamarse, “La cámara del Titanic”.

Durante el viaje hay que aguantar momentos duros, pero eso no significa que sea escusa para dejar de mirar hacia delante. Durante varios días estuve trabajando en un cibercafé cercano hasta que tuve todo preparado para ponerme en marcha y llegar a Guadalajara.

Empezar a pedalear fue una gozada, había dejado atrás el desierto y a medida que salía de Mazatlán solo veía frondosa vegetación, todo era verde y había arboles, ¡Arboles! Llevaba semanas sin ver un árbol junto a la carretera con el que ocultarme del sol unos segundos, y beber agua al refugio de su sombra.

Poco a poco me fui adentrando en la estrecha carretera libre, tan estrecha que no había vehículo que me adelantara sin cortarme el pelo. Por lo que a la mañana siguiente fui convencido a la carretera de cuota, mas amplia y con arcén, pensando que tendría que montar una escena para que me dejaran pasar, pero en vez de ello me levantaron la barrera, me dejaron pasar sin pagar ni un peso y me desearon buen día… eso es tener autentico buen rollo con los turistas.

A un día de llegar a Guadalajara hice una parada en Tepic, donde me recibieron Pablo y Gabriela, dos moteros inscritos en Warmshower para apoyar a cualquier viajero. Al día siguiente aparecieron André y Karla, la pareja brasileña que conocí en San Ignacio (Baja California), al parecer ellos tomaron el Ferry un par de días después que yo. El Huracán Marie finalmente se adentro en el océano y perdió fuerza, pero otro de la misma categoría se formo días después, el Huracán Odile, agitando el mar y propinándoles a mis compañeros brasileños el peor viaje en barco de sus vidas. Días mas tarde, el huracán hizo tierra en Baja California Sur y la devasto.

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(Colorado On The Road junto a Gabriela, André y Karla)

Finalmente respire tranquilo cuando llegue a Guadalajara, era momento de hacer una larga, confortable y productiva parada en la casa del ciclista. Desde hace años hospedan a cicloviajeros de todo el mundo ofreciéndonos un lugar donde dormir, cocina, baño y todas las herramientas que podamos imaginar. André y Karla no tardaron mucho en llegar y durante varios días formamos una gran familia junto los mecánicos del taller.

La campaña de crowdfunding que monte en Los Ángeles estaba en pleno auge, y decenas de followers contribuían con sus donaciones a diario. Gracias a ello pude comprarme una nueva cámara de fotos para seguir documentando el viaje, y una follower mexicana me envió un portátil en perfectas condiciones para así poder seguir trabajando en cada una de mis publicaciones.

Lo mas importante fue poder sustituir las machacadas cubiertas de las dos ruedas por unas totalmente nuevas. En un humilde gesto de agradecimiento escribí los nombres de todas las personas que realizaron una donación en las nuevas cubiertas, y lo documente en un emotivo video.

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 (Izquierda: Casa del ciclista. Derecha: Recibiendo las cubiertas nuevas)

En los días que pase en Guadalajara, tuve la oportunidad de reunirme con una vieja amiga mexicana a la cual hacia casi 6 años que no veía, Karen. Disfrute de la vida nocturna de la ciudad y viví la fiesta del Grito de Dolores, con la que se conmemora la independencia de México, y tuve la oportunidad de conocer a Salvador y Lorenzo Rojo, dos viajeros españoles con años de trayectoria por todo el mundo.

Pero para alcanzar México DF y reencontrarme con mi gran amigo Gerardo Arche tenia que cruzar la región de Michoacán. Durante años los carteles de la droga han mantenido una sangrienta guerra con el estado mexicano, y mi única posibilidad para cruzar Michoacán era hacerlo por la militarizada carretera de cuota.

Cada 30 minutos un convoy de militares me adelantaba por la carretera 15D y en cada control de pago había un fuerte retén de la policía federal. Cada noche pedía permiso a los federales para acampar por las inmediaciones de los controles, en los lugares que ellos convenían mas seguros para mi. Finalmente llegué a la capital, lo cual marco una nueva marca en mi viaje al superar el Puerto las Cruces, con 3035 msnm.

Mi amigo Gerardo Arche a quien no veía desde hace años me estaba esperando para recibirme. Durante 3 noches gocé del hospedaje 5 estrellas que la familia Arche me brindó y antes de partir Raúl Arche, padre de Gerardo, me obsequio con unas botas nuevas, un kilo de barritas energéticas y un antiestaminico para picaduras de alacranes. Uno nunca sabe lo que se va a encontrar en el camino, así que mejor ir preparado.

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(Izquierda: Gerardo Arche, Colorado On The Road y Sergio Arche. Derecha: Calzando botas nuevas)

A la hora de cruzar la capital sufrí durante horas un trafico horrible, en muchos momentos pensé que no saldría del valle hasta el atardecer, pero finalmente corone Llano Grande y dormí al fresco a mas de 3000 de altura. Con la calma de la mañana baje la montaña y llegue a medio día a Puebla, donde me esperaba una amiga de la familia, Fernanda. En momentos como el que estoy teniendo ahora escribiendo estas palabras, me dio cuenta de lo impresionante que resulta que tantas personas me habrán las puertas de su casa y me traten como un invitado de honor. Durante esos días en Puebla deguste tortilla de patata y jamón serrano, probé el camote, el mole poblano y dulces típicos mexicanos, visite catedrales, capillas y conocí la que es a mi parecer una de las ciudades mas bonita de México.

Después de tantas comodidades el cuerpo me pedía una buena batalla. Para llegar a las playas de Puerto Escondido elegí encarar las montañas de lleno. En tres duras etapas alcance Oaxaca, eso fue la parte fácil, de ahí en adelante tenia 240 kilómetros de un laberinto de curvas atravesando la montaña, estaba en frente del reto de cruzar la carretera 131 en el aniversario de mi salida de la Puerta del Sol. Había alcanzado los 365 días de viaje y había que celebrarlo escalando una montaña.

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(Colorado On The Road iniciando la ruta por la carretera 131)

Durante tres etapas pedalee por la estrecha carretera, sin arcén, sin barreras protectoras en muchos tramos, bordeando precipicios bajo la lluvia, atravesando zonas de desprendimientos de tierra, alcanzando picos de hasta 2000 metros, durmiendo cada día en los márgenes de la selva y compartiendo mi campamento con tarántulas.

En la ultima jornada pedalee 110 kilómetros pasando las ultimas horas bajando la montaña en plena noche. La oscuridad era total y solo se interrumpía con los escasos vehículos que la transitaban, la selva devoraba prácticamente el asfalto dejando paredes de vegetación a ambos lados. Poco a poco empecé a apreciar destellos fluorescentes provenientes de los márgenes de la carretera, el numero de destellos se fue incrementando lenta pero constantemente hasta llegar un punto que decidí apagar mi linterna, y dejarme guiar por las luciérnagas que me mostraban el camino hacia al mar.

Cuanto mas sufrido es el camino mayor es la recompensa, llegar desde Puebla hasta Puerto Escondido fue un reto exigente. La recompensa a tal sufrido camino fue llegar a casa de Iñigo, follower y crowdfunder. Iñigo, director del Hotel Escondido y un surfero nato, me enseño la sensación de llegar a la playa por la mañana antes de que salga el primer rayo de sol, y zambullirse al agua en busca de olas. Cada tarde le acompañaba al hotel que regentaba donde con toda la calma del mundo dedicaba el día a trabajar con el ordenador, y a relajarme en la piscina.

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(Colorado On The Road en el Hotel Escondido)

Cuanto mas me quedo en un lugar mas me cuesta alejarme de el. Despedirme de Iñigo y de Puerto Escondido no fue nada fácil, pero he de reconocer que esos primeros minutos pedaleando con todo el equipo a lomos del potro, con la incertidumbre de que me deparara el camino, es una sensación adictiva.

Cada vez estaba mas cerca de la frontera con Guatemala, y durante una pelea con el viento atravesando un parque de molinos eólicos conocí al Profe Roro. Me dio su numero de teléfono para que al final del día durmiera en su casa familiar de Zanatepec. En la mañana siguiente antes de partir, me dio el contacto de su amigo Noé para que me hospedara en mi siguiente parada, Mapastepec.

Hay ciertas coincidencias del viaje que me hace pensar que el mundo es muy pequeño, y una de ellas estaba apunto de ocurrir. Cuando llegue al hogar de Noé, yo no era el único invitado, otro cicloturista español había llegado un día antes, se trataba de Juan Sisto (http://www.fisterrabicicleta.com/). Llevaba manteniendo el contacto hacia meses con este compañero, pero desde hacia semanas no habíamos hablado. Siempre decíamos que teníamos que quedar en el camino, compartir experiencias y justamente el camino fue el que nos unió en tremenda coincidencia. Compartimos historias durante horas y seguimos por la mañana hasta que el viaje nos llamo a continuar, el suyo hacia el Norte y el mío hacia el Sur.

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(Colorado On The Road junto a Juan Sisto)

Pedaleando camino hacia la frontera con Guatemala en plena época de lluvias, realice una valoración de todas las experiencias que había vivido en México, de cómo todas las personas que me cruce por el camino se preocuparon por hacerme sentir seguro, hacerme sentir cómodo, hacerme sentir bienvenido.

Las tormentas se sucedían cada vez con mas fuerza y frecuencia, la visibilidad en la carretera era prácticamente nula. Hubo un día que pedalee bajo la lluvia durante 4 horas, caía tanto agua que me resultaba difícil diferenciar las luces de los coches, por lo que estaba seguro de que ningún vehículo se percataría de mi hasta haberme adelantado. Cuando llegue al pueblo de Huixtla fui directo a pedir ayuda en la estación de bomberos, la idea de acampar era inviable. No me pusieron ninguna pega y me dejaron un lugar seguro para acomodar la bicicleta. A los 10 minutos de mi llegada recibieron una llamada de urgencia, varias casas están a punto de inundarse. Mientras se preparaban y organizaban el equipo lance una pregunta al aire, ¿Puedo ayudar? Se miraron durante unos segundos y mientras se lo pensaban hable nuevamente diciendo: “Quiero ayudar”.

En pocos segundos estaba con un peto de brigada comunitaria, subido en la furgoneta y de camino a auxiliar la viviendas en peligro. Cuando llegamos a la zona afectada la calle estaba totalmente inundada, el agua me llegaba por las rodillas y los desagües estaban totalmente colapsados. Abrieron la furgoneta, empezaron a repartir picos y palas para abrir un surco y liberar el agua hacia una zona despoblada. Durante un par de horas trabajamos codo con codo hasta que el agua empezó a fluir permitiendo respirar tranquilos a todos los vecinos.

A lo largo de la jornada atendimos un par de llamadas mas y de vuelta a la estación de bomberos todos bromeaban conmigo. Dormimos juntos en un cuarto acomodados con colchonetas en el suelo, y estuvieron alerta toda la noche por si se producía una nueva llamada. A la mañana siguiente me despedí de todos y cada uno de ellos, estaban muy contentos de haberme conocido y yo de haberles ayudado. Antes de partir me admitieron que fui el primer viajero que pasaba por allí que decidió apoyarles en su trabajo.

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(Colorado On The Road junto a los bomberos de Huixtla)

Cuando crucé Tijuana me sentí como un pollo perdido, y dos meses después estaba a 80 kilómetros de Guatemala a punto de despedirme de México, como un bombero voluntario.

Llegue a Ciudad Hidalgo y me despedí de mi aventura por Norteamérica, para cruzar el río Cabuz y dar la bienvenida a una nueva etapa, Centroamérica. Desde que inicie el reto de cruzar el continente americano he tenido momentos buenos y malos, y de ambos he sabido disfrutar, ya que considero que:

“Si no existieran momentos difíciles en la vida, no sabríamos valorar los felices”

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Video Baja Ferries:

Crowdfunders Guadalajara:

Video Carretera 131:

USA: Washington e Idaho

Etapas:

15/05/2014 Belligham – North Creek (128 Km).

16/05/2014 North Creek – Redmond (31 Km).

17/05/2014 Descanso en Redmond.

18/05/2014 Descanso en Redmond.

19/05/2014 Descanso en Redmond (20 Km).

20/05/2014 Redmond – Easton (108 Km).

21/05/2014 Easton – Vantage (117 Km)

22/05/2014 Vantage – George (54 Km).

23/05/2014 Sasquatch Music Festival!!!

24/05/2014 Sasquatch Music Festival!!!

25/05/2014 Sasquatch Music Festival!!!

26/05/2014 George – Ritzville (152 Km).

27/05/2014 Descanso en Ritzville.

28/05/2014 Ritzville – Spokane (121 Km).

29/05/2014 Descanso en Spokane (19 Km).

30/05/2014 Spokane – Pine Creek (103 Km) (Entrada en Idaho).

31/05/2014 Pine Creek – Superior (131 Km) (Entrada en Montana).

USA: Washington e Idaho

Entrar en Estados Unidos fue más que nada emocionante. Un país del que tanto he oído hablar y tantas veces he deseado visitar, y sobre todo la costa oeste.

En mi camino hacia Seattle, donde me estaba esperando Elena una incondicional follower alicantina, todo lo que atravesé fueron pequeños pueblecitos. Poco a poco me acostumbraba más a los cruces en X, aunque he de reconocer que soy más de una buena rotonda. Las esperas de 30 minutos a que los largos trenes cruzaran la carretera cada vez eran más llevaderas, y las dos mañanas que me desperté en la tienda de campaña antes de llegar a la capital de Washington, me daba los buenos días un policía muy encantador a la vez que me decía, “Tío, aquí está prohibido acampar, pírate ya”.

Cuando llegue a Seattle, Elena vino a recogerme para llevarme a su casa situada en medio de las montañas de Redmond, donde vive con su marido estadounidense Tomi, sus perros y sus gatos.

Después de una buena comilona con una fresquita cerveza, cada vez iba conociendo más a Elena, sus orígenes en Denia, su afán por el viaje y la aventura, su amor por los animales y la naturaleza, la historia de cómo conoció a Tomi a los 18 años y como tiempo después se volvieron a reencontrar.

colorado_on_the_road_eeuu(Colorado On The Road almorzando en la casa de Elena)

A la mañana siguiente, Elena me preparo un desayuno cargado de energías y nos fuimos de visita a las antiguas vías de tren que transportaban toneladas de madera décadas atrás, y contemplamos la cascada más grande de todo el estado, Snoqualmie Fall, con 82 metros de caída. Sin demorarnos mucho volvimos a casa para descansar y madrugar al día siguiente, porque el tour que me tenía preparado por Seattle iba a ser completo.

colorado_on_the_road_usa(Colorado On The Road junto a Elena en Snoqualmie Fall)

Empezamos el día con una parada muy significativa para mí, el Viretta Park. En este parque normal y corriente, tenía cerca su casa familiar una de las personas que más ha influido en la música, marcando un antes y un después. Este artista salía de su casa y solía sentarse en un banco a beber cerveza, fumarse un cigarro y pensar sobre su música. El momento que me senté en el mismo banco que él, me sentí mas conectado al músico que más me ha influido en mi vida, Kurt Cobain.

Nuestra siguiente parada fue el Pioneer Square, de donde salieron los pioneros que viajaron a Alaska por la fiebre del oro. El Konklide Gold Rush Museum, te acerca más a la realidad en la que muchos mineros perdieron la vida en las duras ascensiones a la montaña, y como solo unos pocos consiguieron hacerse ricos.

La ciudad de Seattle debe su nombre al jefe de los nativos americanos, que poblaron estas tierras antes de que llegara el hombre blanco y negociara con el su traslado a una reserva en un lugar apartado, y con unas extensiones de tierras mucho menores. En el Pioneer Square, se encuentra la estatua conmemorativa al jefe Noah Settle.

colorado_on_the_road_viajar(Estatua de Noah Settle)

Esta innovadora ciudad en constante expansión, tiene un contraste entre lo moderno y lo tradicional. Su fortaleza empresarial se centra en la Sede de Microsoft, vio nacer al primer Starbucks de los miles que hay hoy en día por el mundo, y la naturaleza se convierte en un componente más de la ciudad, bañada por los lagos Washington, Union y Puget.

Conocemos el Pike Market Place, un mercado antiguo que cuando estuvo a punto de cerrar sus puertas, los ciudadanos a través de sus donaciones hicieron realidad las labores de restauración, y hoy en día sus nombres permanecen en las baldosas del mercado.

Cerca del mercado se encuentra The Seattle Gum Wall, donde realice mi pequeña contribución pegando un chicle sabor menta, mientras me preguntaba quien había sido el artista que pegaría el segundo, ya que estoy seguro de que el primero fue considerado un vándalo.

colorado_on_the_road_travel(Colorado On The Road pegando un chicle en The Seattle Gum Wall)

Elena me muestra antes de volver a casa el Gas Work Park, una antigua fábrica convertida en un parque a orillas del lago, dando por concluido un completo día de turisteo.

Después de un día más de descanso y de organizar todos mis quehaceres en la preciosa casita de la montaña de Elena y Tomi, me puse de nuevo en marcha. Poco a poco fui dejando las montañas atrás y todo se volvió verdes praderas e infinidad de campos de cultivo.

Esa noche dormí en un camping habilitado solo para tiendas de campañas, un Campground, el primero de muchos a lo largo de mi travesía por Estados Unidos.
La mañana del día siguiente no fui consciente de la sorpresa que tendría al final del día, todo parecía que se iba a desarrollar con normalidad y así fue hasta que llegue a la ciudad de Vantage. Con intenciones de evitarme el pago de la cuota por una parcela en el campground, pregunte a unos jóvenes a ver si podía dormir en su parcela y compartir los gastos. Matt y su pareja, junto a otro cicloturista, Luster, no me pusieron ni la más mínima pega. Ellos se habían conocido minutos antes de mi llegada y teníamos algo en común, todos íbamos al Sasquatch Music Festival, y me incluyo porque Luster no tardo mucho en regalarme una entrada que le sobraba para vivir tres días de festival.

Estuvimos varias horas conociéndonos sentados alrededor del fuego y bebiendo cerveza, pero ahorrando energías por que al día siguiente empezaba lo bueno. Mientras Matt y su novia iban en coche al festival, Luster y yo fuimos juntos en bicicleta. A medida que nos acercábamos más y más a la ciudad de George encontrábamos jóvenes que al igual que nosotros, andaban detrás de Sasquatch.

colorado_on_the_road_bike(Colorado On The Road junto a Luster y Matt de camino al festival)

Era jueves 22 de Mayo y el festival no empezaba hasta el viernes por la mañana. Uno podría pensar que seriamos de los pocos que llegarían para instalar la tienda y el campamento un día antes, pero la realidad es que no cabía ni un alfiler en la zona de acampada.

Hice buenas migas con mis vecinos, Nick y Samantha, y simplemente pasamos la tarde de buen rollo, contemplando cómo casi la mayoría de gente se había traído la casa sobre ruedas. Mi pequeña tienda de campaña era una hormiguita frente a las autocarabanas totalmente equipadas, el despliegue de cocinas, neveras, sofás, carpas…se lo montaban muy bien.

Cuando el sol salió, todos nos despertamos para iniciar el festival junto con una pequeña resaca. Por delante teníamos un fin de semana con 12 horas de música en directo por día, 5 escenarios y la joya de la corona, el escenario principal situado junto al cañón del rio Columbia, sencillamente impresionante.

La primera canción sonó y el descontrol se apodero de todos los presentes. No conocía muchos de los grupos de música, pero el concierto de la banda The Naked & Famous, libero toda mi adrenalina.

usa_colorado_on_the_road(Colorado On The Road alzando la única bandera española de festival)

Sumergido entre los míticos vasos rojos de cerveza, comida rápida, juegos de beber, rock & roll, el mejor buen rollo que podría haber imaginado conociendo a personas de todo Estados Unidos y Canadá, y luciendo la única bandera española de toda la colina. Se me pasaron los tres días volando.

La mañana del lunes parecía una travesía de zombis recogiendo el campamento y volviendo a la vida real, yo uno de ellos, aunque era uno de los pocos que lo haría en bicicleta. Despedirme de todos mis nuevos amigos fue una vez más un paso difícil, aunque cada vez me cuesta menos gracias a que siempre miro atrás con cariño, y a la vez hacia delante con emoción.

Volver de nuevo a la carretera se hizo un poco difícil los primeros kilómetros, tenía mucha cerveza que sudar, pero en cuanto recupere mi ritmo de pedaleo todo volvió a la normalidad, o al menos eso creía.

Pedalee 152 kilómetros desde George hasta la ciudad de Riztville totalmente ausente de lo que acontecía en la carretera, tenía la mente totalmente divagando en una serie de pensamientos que minaban mi motivación con una serie de dudas. No dejaba de pensar en los momentos que viví en Camboya junto a mi amigo Diego Morodo, junto al cicloturista alemán Johannes, los buenos momentos en Bangkok junto a Pier, los rincones naturales que conocí gracias a Darren en Isla Victoria, la ciudad de Vancouver que tanto me maravillo y como junto a Jorge me sentí de vuelta en Madrid. Las energías que recobre en casa de Elena y que había fundido en el Sasquatch Music Festival junto a la larga lista de nuevas amistades que cada segundo hacia. Ese día me sentí más solo que en toda mi vida, venía de vivir tantas buenas experiencias junto a tantas buenas personas, que ahora me daba miedo continuar el viaje porque no sabía cuando iba a conocer a alguien más.

Cuando llegue a Ritzville, agotado emocionalmente no vi otra solución para pasar la noche que pagar por una habitación en un Motel. Tuve tiempo de reparar una serie de cámaras que había pinchado, pero mi pinchazo emocional no había cómo arreglarlo. Por la mañana me quede tirado en la cama escuchando cada cinco minutos, la alarma que me había programando para ponerme de nuevo en pie, pero no podía. El único esfuerzo que hice fue el de llamar por teléfono a la oficina para decir que me quedaría un día más.

Pase todo el día tirado en la cama cambiando de canal en la televisión constantemente, y me costó mucho encontrar de nuevo la motivación para seguir adelante a la mañana siguiente, pero una vez más encontré un rastro de luz que me ayudo a seguir.

Mi llegada nocturna y bajo los chubascos ocasionales a la ciudad de Spokane, me llevaron a buscar un campamento a las afueras de la ciudad, no quería gastar más dinero en moteles de carretera, pero no fue tan fácil como de costumbre. Cuando había encontrado una zona segura cercana a un barrio residencial, los momentos previos a clavar la primera piqueta de la tienda, una agradable mofeta decidió merodear mi campamento describiendo círculos alrededor de mi posición.

El Colorado On The Road que se cruzo Turquía a -20 ºC, que atravesó el desierto iraní sin pestañear, que aguanto el calor, la humedad, el caótico tráfico y todas las incomodidades posibles del sudeste asiático, hubiera cogido la mofeta y la mandaría a freír puñetas. Pero ahora no me veía a mí mismo, no con esta moral. Derrotado por la presencia de un fétido animalillo me fui al primer motel que encontré, y pase la noche intentando recordar en donde había perdido mi coraje.

Pocos kilómetros realice por la mañana para llegar hasta la tienda de bicicletas, y hacerle una puesta a punto a mi potro. En Fitness Fanatics le dieron un buen repaso a mi querida Orbea, pero tanto tiempo sin pasar por el taller hizo que la lista fuera demasiado larga y que la llanta de la rueda trasera, tardara en demorase un día para estar lista. John y Robin, matrimonio y propietarios de la tienda, me hospedaron en su casa para que a la mañana siguiente pudiera continuar con la bicicleta en condiciones de soportar otros 17.000 kilómetros.

Después de cambiar la llanta trasera, las dos cubiertas, las pastillas de frenos, hacerme con mas cámaras de repuesto, reajustar la horquilla, cambiar el sistema de piñones trasero y la cadena, limpiar y engrasar las piezas móviles, el potro volvió a la carreta bufando como nunca. Bucéfalo volvió a recobrar su fuerza, fuerza que me transmitió una vez más.

EEUU_colorado_on_the_road(Colorado On The Road en Fitness Fanatics junto a John y Robin)

Me despedí de John y Robin muy agradecido por todo su esfuerzo por devolverme a la carretera con energías renovadas, y por haberme hospedado en un momento en que lo necesitaba más que nunca. Volví a sentir el viento soplando a mi favor, pero una buena noticia estaba por llegar.

Mi hermana mayor, que desde hace unos días había salido de cuentas y estaba a punto de dar a luz, había tenido a su primer hijo y gracias a Dios, tanto ella como mi segundo sobrino estaban perfectamente. Fue el empujón que necesitaba, no iba a dejar pasar los años y contarle a mi segundo sobrino que el día que nació, su tío estaba en un momento de depresión en su vuelta al mundo, NO!! Era momento de ser fuerte, y volver a ser la bestia que lo aguantaba todo.

Después de salir de Washington y entrar en Idaho, me dispuse a encarar la primera de las cuatro veces que tenía previsto atravesar las Rocosas. Esta vez seria para entrar en Montana y avanzar para atravesar el Parque Nacional de Yellowstone. Fue el puerto de montaña que mas rápido escale en todo el viaje, tenía hambre de kilómetros y necesitaba más…había vuelto!!!

“Para llegar hasta lo más alto, hay que empezar desde lo más bajo.”
colorado_on_the_road_iaho(Colorado On The Road amaneciendo la mañana que atravesaría las Rocosas)

Seattle:

Sasquath Music Festival: