Uruguay

Etapas:

27/07/2015 Buenos Aires – Carmelo (Entrada en Uruguay) (43 Km).

28/07/2015 Carmelo – Colonia del Sacramento (86 Km).

29/07/2015 Colonia del Sacramento – Nueva Helvecia (73 Km).

30/07/2015 Nueva Helvecia – Ecilda Paullier (20 Km).

31/07/2015 Ecilda Paullier – Canelones (92 Km).

01/08/2015 Descanso en Canelones.

02/08/2015 Descanso en Canelones.

03/08/2015 Canelones – Montevideo (61 Km).

04/08/2015 Descanso en Montevideo.

05/08/2015 Descanso en Montevideo.

06/08/2015 Descanso en Montevideo.

07/08/2015 Descanso en Montevideo.

08/08/2015 Descanso en Montevideo.

09/08/2015 Descanso en Montevideo (57 Km).

10/08/2015 Montevideo – Las Flores (94 Km).

11/08/2015 Las Flores – San Carlos (83 Km).

12/08/2015 Descanso en San Carlos (10 Km).

13/08/2015 San Carlos – Rocha (71 Km).

14/08/2015 Rocha – Castillos (61 Km).

15/08/2015 Castillos – Barra do Chuí (Entrada en Brasil) (95 Km).

Uruguay

Después de hacer tierra en el puerto de Carmelo, todos los pasajeros esperamos a pasar el control de aduanas y yo me puse en último lugar con Bucéfalo.

Por primera vez había alguien que me estaba esperando para recibirme, un follower uruguayo con quien mantenía el contacto desde que estaba por Perú. En Buenos Aires ya coordinamos nuestro encuentro y decidió venirse pedaleando 220 kilómetros desde Canelones, su ciudad natal, hasta el puerto para darme la bienvenida a su país. Antes de pasar el control de aduanas José Fernando Pou se abalanzo para abrazarme y entregarme una bandera de su querido Uruguay. El policía aduanero se sumo a la bienvenida sellándome el pasaporte con una sonrisa de oreja a oreja.

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(José Pou recibiendo a Colorado On The Road en el puerto de Carmelo)

En ese momento viajaba con un exceso de peso por el tremendo cansancio acumulado y el sueño atrasado. Ya era de noche y Pou me guió a un Hostel que pago hospitalariamente, feliz de que por fin nos conociéramos. Coincidimos en nuestra habitación con un viajero alemán, Dennes, quien se unió a un viajecito rápido al supermercado para comprar algo de cena y una cervecita de la victoria. A pesar del buen ambiente mis parpados no duraron mucho abiertos y me fui al sobre antes de que marcaran las 22:00 pm.

Por la mañana me sentía algo mas descansado, pero mis baterías estaban lejos de estar al 100%. Después de meterme entre pecho y espalda un desayuno equiparable al de un elefante, nos pusimos en marcha para hacer una entrevista en Radio Carmelo.

José Pou estaba profundamente motivado a dar presencia al cicloviaje en Uruguay, y ya llevaba mas de 3000 kilómetros rodados en su tierra. A través de la difusión mediática juntos lucharíamos por tan positiva iniciativa.

La entrevista en directo duró a penas una hora, y sin perder tiempo nos pusimos en marcha para recortar distancias hasta Canelones. Pronto me di cuenta del impresionante ritmo de este atleta de 40 años, al que prácticamente le saco una cabeza de estatura y que viaja sin una alforja en la bicicleta, todo su equipaje lo lleva en un remolque que arrastra como si estuviera hecho de papel. En vez de un corazón parecía que tenia un motor de 12 válvulas.

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(José Pou y Colorado On The Road pedaleando por Uruguay)

La carretera atravesaba un mar de colinas sin una sola recta en todo el trayecto. Mi ritmo era lento pero constante, pero el eléctrico Pou me adelantaba para sacarme fotografías en movimiento, lo rebasaba cuando paraba pero enseguida volvía a sobrepasarme para realizar nuevas fotografías. Viajaba con un atento anfitrión que además se convirtió en mi fotógrafo personal, dejando unas imágenes que para mi son imposibles de realizar con el temporizador de mi cámara.

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(Fotografía de José Pou)

En la primera parada de descanso nos tiramos a reposar las piernas en el césped de una gasolinera. Teníamos el viento a favor pero el cansancio acumulado y las constantes colinas me estaban destrozando. Parecía que la juventud se estaba evaporando de mi cuerpo. Entonces vimos a lo lejos a una solitaria ciclista escalando una colina, portaba ligero equipaje y el viento le venia de cara. Nos vio y se acerco para charlar.

Noelia, una joven uruguaya de 21 años que viajaba sola desde Montevideo hasta el pueblo de sus padres. Se sentó a mi lado anonadada con la experiencia que estaba viviendo desde hacia casi dos años, ilusionada de conocer a un aventurero. Mi rostro reflejaba fatiga mientras que el suyo brillaba con el sol. Me fue imposible no abrirla la puerta de mis frustraciones, de cómo este viaje me estaba aplastando emocionalmente en ese momento. No todo es alegría y felicidad, rodar en la carretera al ritmo del Reggae y cantar el Cumbayá. Es raro que pase, pero cuando te vienes abajo es un regalo del cielo tener a alguien que te escuche. La cercanía con mi madre y mis tres hermanas, siempre me ha hecho sentir seguridad a la hora de abrirme como un libro y volver visibles mis inquietudes a una mujer. Noelia me dio el rayo de luz que necesitaba.

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(Noelia y Colorado On The Road)

Después de despedirnos y con la promesa de reencontrarnos en Montevideo, seguimos pedaleando cada uno con la mirada fija en su meta. Me sentía mucho mejor y eso se notó en mi forma de pedalear y bromear con José Pou. Llegamos a buen ritmo hasta Colonia del Sacramento donde Pou había conseguido una noche gratis en un hostel del centro. Compramos una buena cena, cocine para los dos y después de estar bien alimentados disfrutamos de la compañia de otros viajeros.

Por la mañana, después de haber dormido casi 12 revitalizantes horas, hicimos una nota de prensa para la televisión y nos pusimos en marcha. Al final de la jornada llegamos a Nueva Helvecia, donde nos hospedó un amigo de Pou al que todos conocen como “El Comba”. Un personaje que nos deleito con un buen asado y unas conversaciones que nos arrancaron mas de una carcajada. Hasta el momento mi viaje por Uruguay tuvo un inmejorable comienzo, pero el desarrollo de cada día lo estaba volviendo perfecto.

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(El Comba)

Al amanecer el cielo nos despertó con lluvia, pero aun así decidimos avanzar. A unos escasos 20 kilómetros de etapa nos vimos obligados a parar en una estación de servicio. La lluvia no cesaba y la visibilidad en la carretera era preocupante. El propietario de la gasolinera nos invito a pasar la noche en la zona techada del garaje, al cobijo de la tormenta. Cuando una persona ayuda a un viajero, hay veces que se embala cuando la puerta de la hospitalidad se queda abierta. Esto lo he vivido muchísimas veces y esta fue una de esas situaciones.

El señor empezó con la invitación a dormir en el garaje, luego nos trajo unas sillas para que estuviéramos mas cómodos hasta que llegara la noche, después vino la contraseña del wifi seguida de una merienda. La faena la remato con una cena que te hace bailar los jugos gástricos antes de dar el primer bocado, acompañada de una cervezaza para pasar el chorizo. Al amanecer una taza de café tan grande que puedes nadar en ella seguida de unos dulces, y un tierno abrazo de despedida que le calienta a uno el corazón. Jamás he estado tan agradecido de que lloviera.

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(Durmiendo en el garaje de la vía de servicio)

La tormenta nos dio una tregua y pedaleamos los 92 kilómetros que nos separaban de Canelones. A la llegada hicimos una nota en el programa de televisión “El Surtidor” que llamó mucho la atención a los canarios. Ya en la casa familiar de José Pou, su padre nos preparó un asado de bienvenida, y en la sobremesa me cuenta las proezas de los uruguayos. El histórico partido del Maracaná en el que Uruguay ganó la final del Mundial de futbol en 1950 o más conocido como el Maracanazo, y me mostró el autógrafo del autor del gol de la victoria Alcides Edgardo Ghiggia. Me habló de la famosa historia del accidente aéreo en Los Andes en el que un equipo de rugby uruguayo junto a familia y amigos llevaron acabo una de las mas extremas historias de supervivencia, y como cada año de un país de 3 millones de habitantes salen jugadores de futbol de categoría mundial.

La verdad es que ya había escuchado hablar de todo esto, pero jamás con la pasión con la que lo narra un uruguayo. Le hace a uno pensar ¿Qué tendrán los uruguayos para ser tan guerreros? El misterio sigue abierto.

El sábado lo pasamos visitando el mercadillo por la mañana, y tomando mates por la tarde en el monumento a la bandera junto a otros ciclistas. El domingo aproveché para repartir postales y recaudar algo de fondos para continuar el viaje, la respuesta fue cálida y cercana.

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(Paseando por el mercadillo el Sábado y repartiendo postales en el Monumento a la Bandera de Canelones el Domingo)

El lunes pedalee hasta Montevideo con José Pou, donde nos estaba esperando Noelia para recibirnos en casa de sus tíos. Pase una semana tranquila en la capital en la que hubo tiempo para todo. Trabajar con el ordenador, salir a caminar por la ciudad, despedirme de Dennes el viajero alemán que conocí en Carmelo, un par de salidas nocturnas con las amigas de Noelia y rematé la visita pedaleando con Masa Critica por todo Montevideo.

Seguir adelante en el viaje suponía volver a mi rutinaria vida de nómada, y esta vez se me juntarían muchas despedidas. En poco tiempo había creado un fuerte lazo de amistad con José Pou, Noelia y Dennes, pero la vida del viajero es así. Siempre es mejor no pensarlo en el momento, ser alegre y agradecido con el destino que unió los caminos y avanzar mirando hacia delante.

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(Dennes, José Pou, Colorado On The Road y Noelia en Montevideo)

Salí de Montevideo pedaleando por la costa y la primera noche acampé frente al mar. El sol no brillaba al amanecer, la lluvia y el viento hicieron que cambiara de estrategia y me alejara de la costa buscando mejores condiciones para pedalear. Con la noche ya encima y la tormenta acercándose, instalé mi campamento a un lado de la carretera a las afueras de San Carlos. Cuando ya estaba dentro de la tienda de campaña empezó a llover y ya no paró.

Llovía, llovía y llovía hasta que se hizo de día y aun seguía lloviendo. Por la mañana espere despierto cuatro horas a que el tiempo me diera un respiro, aunque solo fuera para recoger la tienda de campaña, pero nada.

Al final levante el campamento mientras todo se mojaba. No estaba siendo un buen comienzo, así que decidí cederle la batalla al clima y retroceder hasta San Carlos donde busqué la estación de bomberos para que me hospedaran una noche. Tras una ducha caliente, una buena comida y la ropa secándose, me senté a descansar hasta el día siguiente.

Por la mañana todo estaba más calmado, aunque los accesos a la ciudad estaban inundados. El primer tramo de carretera que atravesé estaba totalmente cubierto por el agua, pero fue fácil salir y continuar la marcha. Había ganas de avanzar.

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(Colorado On The Road con los bomberos de San Carlos)

Llegué a Rocha a muy buena hora de la tarde. Bruno y su pareja Yeyo, uno de mis primeros followers de mi canal de YouTube, me estaban esperando para recibirme. Me invitaron a su casa donde preparamos un asado para cenar, tomamos una cerveza mientras hablaba del viaje y contaba historias, aunque la verdad es que se las sabían todas. Por la mañana me llenaron las alforjas de bocadillos y fruta para todo el día, y continué restando distancia hasta la frontera con Brasil.

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(En casa de Bruno y Yeyo)

Apenas duro una hora el buen tiempo hasta que empezó a llover a mares, no estaba teniendo ni un día de tregua. Constantemente estas atravesando colinas y nunca vas en plano, o estas subiendo o bajando. Llueve y hace frio, la bicicleta pesa mucho más porque todo esta empapado y el viento te acaba dando la ultima alegría. En esos momentos uno intenta visualizar como sería el día perfecto para viajar, que condiciones se darían y cuando se darían todas a la vez. Es absurdo esperar a que se de un día así, porque cuando estas viviendo un sueño tan grande, todos los días son perfectos para pedalear. Esta es una de las razones por las que siempre he sido capaz de enfrentarme a tantas situaciones difíciles.

A la tarde siguiente alcancé la frontera con Brasil en el paso de Chuy. Ya solo me quedaba un país para completar todo mi recorrido por el continente americano. Me despedía de hablar español y era hora de ver como me las arreglaría con el portugués. Después de un año de viaje por Latinoamérica ya era momento de cambiar de aires. Mucho he pedaleado desde Vancouver y pronto tendría que solucionar una difícil situación, cómo cruzar el Océano Atlántico para llegar a África. Es difícil saber la respuesta cuando apenas llevas dinero para comer, aunque la opción de viajar en barco parece la más esperanzadora. Pase lo que pase, de una forma o de otra, siempre hay que seguir hacia delante y jamás dejar de luchar!

“Pregúntate si lo que estás haciendo hoy,

te acerca al lugar en el que quieres estar mañana”

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