Etapas:
10/10/2013 Girona – Perpiñán (106 Km).
11/10/2013 Perpiñán – Narbonne (106 Km).
12/10/2013 Narbonne – Palavas Les Flots (131 Km).
13/10/2013 Palavas Les Flots –Sant Cannat (157 Km).
14/10/2013 Sant Cannat – Flassans (102 Km).
15/10/2013 Flassans – Niza (128 Km).
16/10/2013 Descanso en Niza.
Francia
Una vez en territorio francés, continúo mi camino hacia mi primera parada fuera de España, la ciudad de Perpiñán. Por el camino bajo puertos de montaña y atravieso pequeños pueblos, rodeado continuamente de frondosas montañas y verdes campos. Caída la noche, llego a Perpiñán donde hago una parada de reabastecimiento de suministros en un pequeño supermercado. Para mi sorpresa, al preguntar en mi oxidado ingles al hombre encargado de la seguridad, si podría dejar la bicicleta dentro del local mientras hacia mis compras, el me contesta en un fluido español que no hay problema. Al parecer, el señor de procedencia nigeriana, había vivido años atrás en España. Antes de abandonar el local, charlo un rato con él y le pregunto si es seguro dormir en esta ciudad, a lo cual me contesta que no hay ningún sitio seguro en Francia, hay demasiado loco. Antes de iniciar la búsqueda de mi emplazamiento para pasar la noche, observo como gente de aspecto extraño se agolpan en la entrada del supermercado, mirando con dientes largos mi querida bicicleta.
Por suerte encontré un prado a las afueras de Perpiñán, donde pude acampar y pasar mi primera noche del viaje fuera de España. A lo largo de los días me di cuenta de que la imagen de unos pocos, no debe ensuciar la de muchos, puesto que los franceses me trataron en todo momento con educación y gentileza.
Amaneciendo en Perpiñán, retomo el camino hacia la costa azul. Me desvio de la carretera principal para hacer contacto con el mediterráneo. Por el camino atravieso los pueblos de Pía y Bompas entre otros, hasta llegar al puerto de Bacarés.
Frente al mar, aprovecho para hacer un descanso y retomar fuerzas disfrutando de las chocolatinas que me regalo la madre de mi cuñado en mi paso por Barcelona. Gracias Menchu!!!
Por el camino, el destino me lleva a compartir varios kilómetros del día con otro cicloturista. Max, un señor francés, que a pesar de sus 72 años de edad se encuentra en una estupenda forma física, la cual me llevo en un principio a pensar que tenía delante a un hombre de apenas 50 años. Por el camino me cuenta anécdotas de sus viajes por Europa y hacemos una parada en una cafetería, donde muy amablemente me invito a un café, y pudimos continuar compartiendo experiencias vividas.
En todo momento Max lucia una enorme sonrisa, no paraba de contarme historias de sus viajes y de darme preciados consejos para emprender el mío. Cuando llego el momento de despedirnos me regalo una bolsa térmica para portar agua, a la cual llamo, el suvenir de Max.
(Colorado On The Road junto a Max)
Al final del día llego a Narbonne, donde hago campamento en lo alto de una colina a las afueras de la ciudad y disfruto de un gran atardecer después de haber superado mis primeros 1000 km del viaje.
Cuando sale el sol y me preparo para una nueva etapa, me percato de algo que era inevitable que pasara tarde o temprano, el primer pinchazo. He de reconocer que me esperaba que llegara muchos kilómetros mas tarde para poder alardear de ello en el futuro. Una vez reparado y asumida la lección de humildad, la etapa del día se desarrolla con normalidad, finalizándola en un pueblo costero llamado Palavas-Les-Flots. En aquella noche, decido hacer una de mis primeras pillerías y me cuelo en un camping como el que no quiere la cosa. El suelo llano, el blandito césped y el sonido de las olas de fondo me proporcionaron un buen descanso, pasando desapercibida mi presencia. Por la mañana, me levanto antes que nadie y recojo el campamento para salir por la puerta sin que nadie me viera. La recompensa para tal madrugo, fue el espectacular amanecer de la costa.
(Amanecer en Palavas-Les-Flots)
Decidido a llegar a Niza lo antes posible, me embarco en los días posteriores en una exhaustiva rutina de pedaleo continuo. Los kilómetros son largos y las horas más aun, los puertos de montaña me curten las piernas hasta llegar un punto en el que un tremendo tirón muscular me obliga a detenerme a descansar y estirar largos minutos. Una vez espantados mis temores, vuelvo a subirme a la bicicleta relajando el ritmo, hasta volver poco a poco mí a mi estado de forma habitual.
Las próximas dos paradas me llevan a hacer campamento en el frondoso monte francés, cerca de los pueblos de Sant Cannat y Flassans. Cada vez elijo mejor el emplazamiento, monto la tienda más fácilmente y organizo mejor el material dentro de ella. Poco a poco la experiencia que voy adquiriendo por el camino, hace cada noche más cómoda, confortable y segura. Ya no me despierto en mitad de la noche por los sonidos de los animares nocturnos. Me he acostumbrado a su presencia, y parece que ellos también a la mía.
Desde el inicio del viaje, mi dieta se basa principalmente en lentejas y raviolis precocinados, zumos de frutas, plátanos, huevos, latas de atún y todo tipo de dulces que devoro durante mis pedaladas. Al no ser una dieta muy variada, decido incluir arroz, pollo y algo de verduras, con el fin de nutrir lo mejor posible a mi cuerpo, y sustituyo las golosinas por un buen bocata de embutido.
Por fin el camino me lleva a Cannes y posteriormente a Niza, donde a la caída de la oscuridad no me queda más opción que pasar una malísima noche en el aeropuerto, la cual, rápidamente se me olvidó al salir el sol. Pedaleando por el paseo marítimo de Niza, el sol brilla y no hay rastro de ninguna de las nubes que días anteriores me castigaban con la intensa lluvia. Disfruto de la belleza de sus calles y monumentos, hasta encontrar un alberge juvenil donde me registro para disfrutar de un día de descanso, conocer a gente de todas partes de Europa y compartir anécdotas del viaje.
La próxima etapa me llevara a territorio Italiano. Es momento de decir “Au Revoir” a Francia y decir “Buongiorno” a Italia.
Hay una frase que siempre me motiva para alcanzar los objetivos y metas que me marco en la vida:
“Si tienes mil razones para darte por vencido, encuentra mil razones más, para seguir adelante”.